29 septiembre 2009

Monjes


Lo vi toda la noche persiguiendo a una nena más grande, de 2 ya cumplidos.
En cierto momento distraido, con el cansancio del tipo que todas las veces ha resultado ignorado, cayó al piso yendo del living a la cocina.
Y la nena, que ignorar no ignoraba nada, porque apenas lo vio en el suelo corrió a demostrar su mayoría de edad ante el público, se llamaba con un nombre así como Celeste o Abril o Azul.
Después, volvió a ir a ese paso, simular un tropiezo y caer, unas cuarenta veces en toda la noche. Con algo más de un año de edad cayó con más habilidad que el burrito Ortega. Y cada vez la nena fue a levantarlo. Y se agarraban la mano, sonreía, y se levantaba solo. Y volvía a hacerlo cada vez, como un ritual, al paso entre el living y la cocina. Donde había resultado la primera vez.
Y sí, sí, me emocionó y me dio felicidad, pero no puedo sacarme de la cabeza que tres décadas después todo se trate de lo mismo, como si en ciertos aspectos nunca se evolucionase.

1 comentario:

Aguilucho dijo...

Yo tarde un poco mas de 20 años mas que el hasta encontrar la única herramienta de seducción mas o menos efectiva que tengo. Lo felicito. Ignacio, se nos dio!!