16 octubre 2008

Ojalá se mueran todos

"Basile tiene una herida en el corazón"
(Ernesto Cherquis Vialo)



Sé que quizás me pierda de lo mejor que vaya a dar el fútbol argentino, pero estoy de duelo y el duelo va a durar hasta la última fecha del próximo mundial. A mí, la selección (ex Selección) del chupapija de Grondona, Clarín y la concha de su madre, ojalá que lo nombren a Simeone y que toda esta mierda les ahogue hasta la tercera generación de varones y que todas sus hijas me la tengan que chupar a mí y al Coco mientras sean jóvenes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora sí, el Diego a la Selección y si no, que se vayan todos a la puta que los parió. Con qué cara le van a decir los periodistas "por qué no convoca a X"? Los va a mandar a la concha de sus madres!!!!

Arqueros Sin Manos dijo...

Nadie quiere laburar. Y está muy bien. Laburar es una carga, una obligación cuando no queda otra. El que puede no laburar, no labura nunca (Macri, Larreta, Piccardo, son los ejemplos más cercanos que tenemos). Criticar a alguien porque no labura no está bien; está mal. Lo ideal sería que nadie laburara. No hay que criticar a los que no laburan sino a los que obligan a laburar. A los empresarios que se autojustifican diciendo que su empresa "les da trabajo a 800 personas", cuando es tan evidente --salvo para Mirtha Legrand-- que no dan trabajo sino que lo toman. De nuevo: no querer laburar, y no laburar en la medida de lo posible, está bien, no es criticable. Hay excepciones: a) los que cargan su no laburo a los compañeros. Si el que no labura --como el Pelado Lamparita-- hace que su no laburo lo tenga que cubrir un compañero laburando más. El no laburo tiene que afectar a la empresa (esa entidad inexistente), no a los compañeros de trabajo. b) los funcionarios políticos en función pública y legisladores en función legislativa. Gente que primero dice "elíjanme para que labure" y después no labura. Miente. Y eso está mal. No laburar no está mal. Está mal mentir. Por otra parte, en su no laburo no cagan a una empresa inexistente sino a personas humanas existentes. c) Los técnicos y los jugadores de fútbol (casi les agregamos a los dirigentes; pero no, los dirigentes otra cosa). El fútbol es algo demasiado importante. Como los funcionarios públicos, los técnicos y los jugadores que no laburan están cagando a personas humanas existentes. Y como los que cagan a compañeros que sí laburan, están cagando a compañeros que sí laburan. Si Messi --pongámosle que sea así; no sabemos si es así-- es un fenómeno de habilidad, pero no tiene claro dónde se tiene que parar y para qué lado correr, el técnico que como no labura ni se fija en eso lo está cagando a Messi, está cagando a los compañeros de Messi y nos caga a nosotros que estamos mirando el partido y queremos disfrutar de que Messi juegue bien. El tipo que está en el lugar en el que millones de personas querrían estar para poner en práctica sus ideas (algunos, quizá, buenas ideas) y él no pone en práctica ninguna idea porque no le interesa, porque lo que quiere es tomar whisky con los muchachos, jugar al truco para que el que pierde tenga que atender a los periodistas, y mirar el partido, está cagando a esos millones desde su función equiparablemente pública. El tipo que se apoya y descansa en la frase "la técnica de los jugadores supera a cualquier táctica" no en busca de la táctica que permita a los jugadores valerse de su técnica --y que obligue a los rivales a extremar el uso de esa técnica para superar la táctica-- sino en busca de pasarles el fardo a los jugadores y que se encarguen ellos, mientras él toma whisky, juega al truco y les relojea el culo a las minas que pasan por la puerta del boliche, que se vaya al carajo. El tipo que acepta el cargo y lo asume asumiendo y haciendo asumir que no podría hacerlo cualquiera sino algunos entre los que está él, y que después sus respuestas intelectuales a los desafíos del juego son ponerle la camiseta azul al equipo porque con la azul ganó un partido, o poner a Palacio faltando un minuto porque en el partido anterior entró faltando un minuto e hizo un gol, o llevar talco en el bolsillo, que se vaya al carajo. Seguramente --seguro-- Bilardo, que está al extremo de lo peor, sea más dañino para el fútbol --y para la vida-- que el Coco. Pero el Coco, en su afán por no laburar cuando ocupa (ocupaba) uno de ésos lugares en donde no laburar está mal, es menos digno, incluso, que Bilardo, indignifica la función de DT y al fútbol más que Bilardo (ponemos a Bilardo como ejemplo comparativo porque, quedó dicho, está al extremo de lo malo). Por eso, adscribimos a que el Coco consiga un empleo --no hace falta que sea un empleo raso de operario; un cargo, una gerencia-- en, digamos, la Ford, o Clarín, o Hewlett Packard, o la empresa rural de Luciano Miguens; que lo consiga y que, en lugar de hacer el laburo que le requiere la empresa, se dedique a tomar whisky y tirarse talco con el Panadero Díaz, y marcarles el culo a las empleadas. Que lo haga y lo aplaudiremos e, incluso, trataremos de imitarlo. Pero de la Selección (que ya lo hizo) y del fútbol mismo, que se vaya al carajo.

Ulises Dumond dijo...

Dos cosas. La una: por más que convoquen a Juan Ramón Carrasco o al que sea, esta selección murió hasta el fin del mundial. Por ello prefiero que vaya Bianchi, Russo, Simeone o cualquier otro contrario a mi gusto así me evito el esfuerzo.
La dos: Los periodistas le van a decir a Maradona lo que sea negocio y como Maradona va a estar entongado, lo va a llamar o lo que sea. Maradona se murió en Punta del Este, lamentablemente, muchachos. Después hizo ese papelón de La noche del yes, porque le dijo que sí a todo, a Pelé y al Trece.
Lo que no hay que es cuchar es a esos boludos que usan a cada rato la muletilla "No vivas del pasado"... por qué, chúpenmelá, elijo yo. Prefiero toda la vida el Maradona del pasado. Del presente elegiré otras cosas.

Ulises Dumond dijo...

Ahora que lo leo, Goyco, qué se yo, yo me quedé esperando la revancha del mundial aquél. Tal vez sea mejor cortar por lo sano, si es verdad que este hombre es tan miserable. Yo creo que no le llega ni le va a llegar a todos sus predecesores y sucesores ni a los talones de miserables.