01 noviembre 2007

Sos un aristócrata poligrillón

Guión: "No es bueno dormirse como ganado"

Elenco:

Protagonista
Chica 1
Chica 2

(Transporte público atestado. Dos chicas hablan de pie en voz alta mientras tambalean. Protagonista está sentado sin ánimo ni posibilidad de pararse.)

Chica 1 (rubia, remerita gris claro diminuta. Bluyíns. Carpeta que alterna de bajo del brazo a un abrazo en su seno.):

“No puede ser que vote cualquiera. Debería haber como dice acá una aristocracia electoral. Que se ilustre, escuchame, quién tiene tiempo de ver eso”

Chica 2 (castaña. Clásica afirmadora de la s charlas. De mirada esquiva. De pensamiento lento. De voz gritona)

“sí, más bien. Ah, ahí me compré las hebillitas. Totalmente, debería haber gerentes”.

Chica 1

“así se va a terminar el clientelismo. Si no nunca se van a poner las pilas, escuchame...”

Chica 1 cruza mirada con Protagonista, con la cámara, y vuelve a quedar de perfil esperando hacer algún comentario a su amiga. Se bambolea. No se cae, se refriega la carpeta. La cámara ahora mira el ombligo de Chica 1, que amanece bajo su remera en una de sus bruscas pendulaciones.

Chica 1


imaginate que este año vota mi hermano. En Estados Unidos no votaría porque estaría en cualquiera y zafaríamos”.

(Se ríen)

Protagonista piensa votaríaestaríazafaría y lo dice seguido unas tres veces. Protagonista se concentra en ese ombligo que, como un trofeo de fútbol, parece un medallón sostenido por altar de suave bello anaranjado. Protagonista se pregunta dónde toman sol en esta época. De dónde sacan el tiempo. Protagonista alza la mirada y Chica 1 es atrapada mirándolo, con un gesto que le pareció que lo acusaba de algo así entre baboso y punga. Protagonista siente furia y el sueño la transmuta en malicia. Protagonista vuelve a correr la mirada antes de que Chica 1 vuelva a tocarlo con la afilada y prejuiciosa punta del florete del desprecio. Protagonista nota que, según para qué lado se mueve el péndulo que constituye Chica 1 colgada del pasamanos, el bluyín se separa de la piel más suave y limpia del mundo, como siendo despreciado como un inmigrante pobre. Protagonista se automedica mirar el techo. Protagonista es un personaje ideal para Julio Chávez que sabe poner caras de que está pensando lo que está pensando y se evita la militar voz en off.

Chica 2
“¿Vos vas mañana?”

Chica 1
“Sí, creo que sí, si zafo, porque no quiero que salga con sus amigos”



Protagonista traspasa el bluyín e imagina el pliegue de la ingle de Chica 1, la está viendo. Ya conoce, proyectando la disposición de los bellos de la panza, el peinado del pubis. Protagonista aspira hondo, con la cabeza hacia atrás, para tratar de conseguir todo el aire frío posible que le borre de la memoria el perfume que creyó sentir, desde la piel de Chica 1. Protagonista cree poder precisar el arco justo que forma la parte lumbar de Chica 1, cuando se arquea. Cree conocer bien las dos arrugas finitas que le dan ese toque tan infantil, tan puro. Protagonista piensa, sabiéndolo una fantasía, que sería divertido pararse y afirmar ante Chica 1 que, según su teoría de la solución aristocrática, él mismo debiera ser elegido para su padrón de electores. El de Chica 1. Porque cree ser ya especialista en Chica 1. Protagonista siente esa acidez que causa la risa contenida. Cree estar sonriendo y ve que Chica 1 se pone de perfil. Lo ve porque le ve el culo. Perfecto. Una lástima que las más de las veces Protagonista decida purificar de esos pensamientos fachos, en su imaginación, a jovencitas y no tanto, mediante la violación más salvaje. Protagonista entiende a los malvados de las novelas románticas, auqellos seres monstruosos que entre risas y carcajadas anuncian alegremente los sucios ataques que le esperaban a la doncella apresada. Protagonista empieza a pensar que el mundo es tan de ese tipo de malvados justicieros en tanto que pequeños sufrientes, que siente una especie de felicidad plena al saberse de la laya de los que demoran la violación para dar la oportunidad al príncipe azul. Siempre bala, siempre tonto, siempre lento. Protagonista se siente retroceder a pasos agigantados, en tiempos literarios, cuando se da cuenta que se pasó. Hasta bajarse no vuelve a mirar hacia el lugar donde Chica 1 sigue hablando de vaya a saber qué cosa, con la que Chica 2 está de acuerdo. Se la imagina tirada de espaldas, jadeando sufriente, en un tren vacío y oscuro.
(El Club del Fernet se suma a la campaña por la democracia estética)

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