01 noviembre 2007

Oh yeah, habilitá la vitamina, oh, yeah

(no es necesario leer todo, lo que pasa es que no se puede linkear porque estos garcas, como garcas que son, te piden una clave)


Con ropaje de verdugos, cruzados solitarios contra ex imbatibles barones del conurbano, irrumpieron el domingo en más de una ocasión inesperadamente y amagan, en bloque, con reconfigurar la fisonomía del PJ. Llegan bajo un sello emblemático: son la «Generación Soda Stereo». Se trata de los neoalcaldes que el domingo fueron protagonistas de recambios en municipios dominados en algún caso -como Lanús- durante una eternidad de dos décadas y media. Pertenecen, en general, a una camada posdictadura que asomó a la militancia en la primavera alfonsinista. Por eso, todo un símbolo, en el año del regreso del trío pop, la referencia es ilustrativa: la «Generación Soda Stereo» significa, en principio, una herida profunda, posiblemente irreversible, sobre el antiguo esquema pejotista que mandó los últimos años. El copyright -es justo aclararlo-pertenece a Fernando Espinosa, alcalde de Matanza y discípulo de Alberto Balestrini. El martes, en un acto en la Casa Rosada, Espinosa agradeció, a lo Cerati en el 97, las obras financiadas por el gobierno con un musical: «Gracias totales». Sin que la Casa Rosada haya aportado más que la gentileza caníbal de otorgarle «colectoras» -porque ensanchaban la cosecha de votos para Cristina de Kirchner-, la «GSS» desafió los pronósticos y se instaló, por ahora virtualmente, como un actor poderoso para el rediseño del poder territorial.

Impacto

El detalle de los actores y el impacto de esa oleada, imprevista en su dimensión, resulta útil:
El sacudón mayor se registra en el conurbano sur, donde sobre doce distritos hubo cinco reemplazos: el tsunami pasó por Esteban Echeverría, Quilmes, Almirante Brown, Lanús y San Vicente. En estos tres últimos municipios mandaban históricos capitanes del duhaldismo hard. Si se coteja que en tres municipios -Varela con Julio Pereyra, Matanza con Espinosa y Ezeiza con Alejandro Granados-el oficialismo llevó una sola lista, la supervivencia se acotó a Baldomero «Cacho» Alvarez en Avellaneda, Juan José Mussi en Berazategui y Silvina Rodríguez en Presidente Perón, aunque todavía hay cierto suspenso sobre ese resultado final. Es decir: hubo recambio en cinco de nueve municipios.

Entre los cinco nuevos hay matices. Darío Díaz Pérez, de 56 años fue mano derecha -secretario general del PJ de Lanús hasta 2005- del derrotado Manuel Quindimil. Se podrá decir que el peronismo, siempre mutable, genera sus propios anticuerpos. Daniel Di Sabatino es también una escisión del poder de San Vicente que dominó el matrimonio Arcuri-Malacrida. Los demás, en cambio, no provienen de la antigua estructura clásica, protoduhaldista, del peronismo conurbánico: ni Darío Giustozzi, de Almirante Brown, ni Fernando Gray, de Esteban Echeverría, ni, mucho menos, Francisco «Barba» Gutiérrez, ganador de Quilmes.

Lomas de Zamora es un planeta aparte: la rama PJ de Osvaldo Mércuri resiste el resultado que se atribuye Jorge Rossi mientras la Coalición Cívica (CC), de Julio Gutiérrez, se autoproclama ganadora. Allí, la performance del kirchnerismo fue opaca: los candidatos K quedaron quinto y sexto. Más de uno se estará apretando los dedos con una tenaza lamentando no haber atado, entre todas las tribus K, un esquema de candidato único. Tomando café con el diario del lunes, en la pingüinera especulan que el decano Gabriel Mariotto podría haber sido -y no fue-la oferta adecuada para Lomas. Alpiste.
Residuales

Los sobrevivientes -Alvarez, Mussi y Silvina Rodríguez, hija de Oscar Rodríguez y Mabel Müller- conforman el pelotón residual del duhaldismo. Bendecido por Kirchner, Pereyra podría ampliar su influencia regional. El otro caso es Espinosa: el heredero de Balestrini, más allá de convivir con la sombra de su jefe vicegobernador, también -de hecho él mismo se ubica ahí- se enrola en la nueva camada. Traducción: el esquema de la avenida Pavón que sostuvo a Duhalde y fue su último refugio en el ensayo chichista de 2005 queda diezmado y, quizá, el domingo fue etiquetado con fecha de vencimiento.

Menos inclemente fue el sablazo en el conurbano norte y oeste, donde, desde hace años, funciona una cooperativa de intendentes poderosa, pero sin el domino del Sur. De hecho, hay cuatro alcaldes no PJ: Gustavo Posse (San Isidro), Enrique García (Vicente López), Ricardo Ivoskus (San Martín) y Martín Sabbatella (Morón). En esa zona, sin pestañear, Hugo Curto, Raúl Othacehé y Mario Ishi, tres comandantes del PJ, fueron ratificados. Más ajustadamente, pervivió Jesús Cariglino en Malvinas.

Anexos puntuales merecen Alberto Descalzo, que se mueve a dúo con Pereyra, y Andrés Arregui, que sucedió a Mariano West en Moreno y, al igual que al matancero Espinosa, lo acecha la sombra de su antecesor, pero se agrega al club de los nuevos.

En la Primera, las dos figuras que irrumpen son Sergio Massa (Tigre) y Joaquín De la Torre, a dúo con su patrocinador, Franco La Porta, electo diputado provincial. Sin el impacto profundo de la Tercera, en el conurbano oeste y norte, también puede redibujarse el mapa: por un lado los cuatro históricos ( Curto, Othacehé, Ishi y Cariglino), por otro los cuatro no PJ y por último los cuatro neo, encabezados por Massa y De la Torre, en sintonía con Descalzo y Arregui.

Siempre pivoteando, una pieza clave en el esquema, está La Plata, que queda en manos de otro «Generación Soda Stereo»: Pablo Bruera, quien degolló la pretensión continuista de Julio Alak y se perfila como otro actor de peso en el modelo que se estrena el 10 de diciembre. Algo es inocultable: con la caída de media docena de protojefes, el pulso del conurbano y, en consecuencia, el del PJ podría entrar en un marcado proceso de mutación que, además, rebotará en la Legislatura bonaerense: el barrido del domingo también privó a muchos jefes del PJ de mantener sus «delegados» en el Parlamento. Un caso: Mussi ganó, con holgura, en Berazategui, pero no pudo hacer renovar la banca a su senador, Remo Salve.

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