25 septiembre 2007

Decálogo del Gen del eslabón perdido


Respecto de la discusión generada a partir del programa El Gen argentino: Humilde aporte . Ver también: Ezequiel Fernández Moores, Pablo Llonto, Papipo

1. Nunca vi ese programa. Para ver fachos tengo canal 9, C5N, el 26... prefiero ver un facho consagrado como Sofovich y no a un advenedizo insecto hemíptero anopluro o malófago resucitado como el Mario Pergolini, que murió hace algunos años, un tiempo después que Phil Collins. Ahora me arrepiento.




2. No creo en “el voto de la gente”. La TV es ficción al servicio de. De la producción, de la publicidad, de la política, etcétera.



3. Votar cuál personaje representa mejor lo que llaman el gen argentino, no es otra cosa, entonces, que saber cuál personaje prefería la producción del programa o el canal.



4. Pero supongamos un sufragio transparente. Pasa lo mismo, es una cantidad de personas que sin debate, si acceder al debate más que mediante el voto al que a su vez accede con dinero y con un presupuesto tecnológico y un saber determinados. Es decir, hoy por hoy, si todo fuera cierto, el resultado de El gen argentino no es más que la ficción tranquilizadora que un extracto –cultural y económico- determinado de la sociedad presume como propio.



5. Es posible que, realmente, el chueco Fangio represente al gen argentino del deporte. No sé cuántos se comprometieron con la lucha en épocas menos democráticas que esta, pero sé que no fueron una mayoría de la que se pueda decir que sobrellevaron airosos el período. Lo digo al respecto de los argumentos que señalan el papel del quíntuple campeón en el período de la dictadura militar. Y al respecto de lo que se puede esperar de los que quedaron para votar en un programa de televisión, o de su descendencia.



6. No me parece importante la vida privada de éstos héroes populares del deporte. Sí, quizás, el motivo del voto. Siempre suponiendo la transparencia del acto electoral, convoco a la sinceridad con todo el empeño que mi ética me permite y presiento que el voto a Juan Manuel no tiene demasiados argumentos más que los de quienes rinden pleitesía al perfil bajo, a la mediocridad –no me refiero a Fangio- silenciosa, a esta complicidad pacífica que la gran mayoría hoy entiende como humildad.



7. Así, los realitis los gana Marcelo Corazza y la gente banca al preso Diego.



8. No creo poder votar entre Maradona y Fangio. Generacionalmente puedo estar más ligado al Diego. Desconozco si Fangio ha logrado semejante nivel de expresión estética en lo suyo. Maradona prometía más, pero la vida se parece tanto al fútbol que si no sos un crack intachable para el común de los productores de la TV, te bajan y nadie cobra nada.



9. Maradona dijo pelotudeces y también supo revelarse. Fangio parece haber hecho gala del perfil bajo, lo que es una forma de decir, siendo que hablamos de un quíntuple campeón mundial. En esta antinomia inventada, más que claro queda que existe una discusión estética: el rechazo a la militancia –de la que paradójicamente el sentido común de los consumidores que identificamos ut supra huye- y el abrazo a un carácter vil y pasivo, pero agradable, no violento, ameno, casi cool. (El mismo movimiento puede observarse en los Matapiqueteros, que cuando se enteran que el tránsito está cortado por Los Piojos, sonríen y esperan en paz el momento de avanzar. Hasta deben sentirse superiores por su ejemplo de ciudadanía respetuosa.)






10. La política, en definitiva, apunta en esa dirección. La medicina, por ejemplo, apunta a que no duela, antes que a curar. Las apariencias, en la cultura de clase media/ media-alta, superan ampliamente a los contenidos. Que no duela sólo es una apariencia de la salud. Incluso con otra paradoja más, cuyo retruécano consiste en pedir literalidad a los actores y, de todas formas, no ser capaces de recibir la emisión de un mensaje cuyo sujeto se presenta, por ejemplo, con un corte de pelo cumbiantero o con un sacón de piel. El quid de la cuestión, me parece, no es un hecho extraño a la biología cultural argentina. La oligarquía lumpen nacional, representada en este caso por los productores de TV, intenta, al tiempo que se rapiña unos buenos morlacos, terminar la fiesta bailando al ritmo que le gusta, para algo son los disck jockeys de esta fiesta. Reproducción cultural, que le dicen. Es decir, el verdadero Gen nacional queda a la vista ahí, es el de Pergolini y su programa que, como un intermediario portuario, con una mano la levanta con pala, ups, y con la otra señala la línea gorila que corresponde. Ojalá haya sido feliz apoyando a Macri, por lo menos tardó más que su compañerito obeso de Crema Americana.
Marineritas. Proponen al Almirante Brown como prototipo del
Gen argentino y yo les concedería hasta el último Gen que me quede

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